Revolución Francesa y los Illuminati



Esta teoría tiene tres orígenes. En 1786, Ernst August von Göchhausen en su libro "Revelaciones sobre el sistema politico cosmopolita", denunció una conspiración masónica-illuminati-jesuita y predijo "inevitables revoluciones mundiales" tres años antes de la revolución francesa. A inicios del siglo XIX, el sacerdote jesuita francés Augustin Barruel (su socio literario Jacques-François Lefranc también compartió esa opinión en un libro al igual que Pierre-Joseph de Clorivière y Antoine de Rivarol) y el erudito masón escocés John Robison intentaron demostrar, independientemente el uno del otro, que muy por encima de factores tales como la constante represión del Tercer Estado, de las sucesivas hambrunas y del mal manejo de la crisis que hizo Luis XVI, el factor predominante que habría desatado la revolución sería una preparación metódica del proceso revolucionario, cuyo plan fue trazado detalladamente años antes de su estallido, ya que para que se produzca tal proceso, serían requeridas principalmente dos cosas:

  • Un clima cultural e intelectual apropiado que alimente las fuerzas potenciales. Como una situación de grave alteración generalizada que obligue a la población a exigir un cambio. El clima que se necesitaba para la Revolución francesa se generó en los años del enciclopedismo y la Ilustración, el cual era un movimiento de pensamiento iluminista.
  • Un grupo dirigente y de agitadores, que se encargue de organizar y movilizar a las masas para cumplir los objetivos deseados (Presuntamente los illuminati)

Se proponen, ante todo, tres pruebas: En primer lugar, que todos los ideólogos, directores y dirigentes políticos de la Revolución francesa sin excepción, habrían sido francmasones: desde los teóricos propagandistas como Montesquieu, Rousseau, D'Alambert, Voltaire y Condorcet, hasta los activistas más prominentes de la Revolución, del Terror, el Directorio y el bonapartismo como el conde de Mirabeau, quien introdujo la Orden en Francia y los revolucionarios Saint-Just, Camille Desmoulins, Danton, Hébert, Jean Paul Marat, Robespierre, Felipe de Orleans, Fouché, Siéyès, François Babeuf (líder de la llamada Conspiración de los Iguales y considerado como uno de los primeros teóricos del comunismo así como un pre-anarquista), Rouget de L'Isle (compositor de La Marsellesa), Lafayette (creador de la escarapela tricolor), y hasta el mismo Napoleón. El famoso Conde de Cagliostro, que participó en las tramas del proceso revolucionario francés, creó la masonería egipcia y también recibió la iniciación en las logias de Weishaupt. Por otro lado, el hecho de que el grito de Libertad Igualdad y Fraternidad haya sido el lema de la Revolución francesa así como también la divisa de la francmasonería, confirma que en realidad, incluyendo o no a los illuminati, fueron los francmasones del siglo XVIII quienes desarrollaron la revolución. También el icono masónico del gorro frigio, que iniciática y simbólicamente representa un tocado más elevado que el de una corona, ocupa un lugar importante en la parafernalia de la Revolución francesa, tal y como se lo muestra en la obra de Eugène Delacroix, La libertad guiando al pueblo.

Por su parte, el historiador masón Louis Blanc señaló que la mayoría de los revolucionarios eran masones, nombrando en la logia "des neufs soeurs" Dominique Joseph Garat, Jacques Pierre Brissot, Bailly, Nicolas de Condorcet, Camille Desmoulins, Nicolas Chamfort, Danton, Christophe Antoine Gerle dicho Dom Gerle, Rabaud Saint-Etienne, Alexandre Pétion, y en la logia "de la Bouche-de-Fer": Claude Fauchet, Goupil de Préfern y Nicolas de Bonneville. André Baron denunció la mano directa de la logia masónica "Les Amis Réunis" sobre los crímenes del Reinado del Terror nombrando ante los masones Jean-Louis Carra, François Babeuf y Robespierre y con el autor Jean-Emmanuel Le Coulteux de Canteleu citó Jacques-René Hébert, Jean Paul Marat, Joseph Le Bon, Saint-Just. Augustin Barruel señala que los verdugos que asesinaban prisioneros durante el Reinado del Terror practicaban el saludo masónico entre ellos.

En segundo lugar, existió en Francia, poco antes de la Revolución francesa, una logia de francmasones, la cual se hizo llamar de manera muy similar a la orden de Adam Weishaupt, "Les illuminés". Ya que este grupo era pequeño y menos influyente, molestó tan poco como el hecho, de que los illuminés franceses eran adeptos a una tendencia mística y a la iluminación radical de Adolph Von Knigge, lo cual Weishaupt no tenía en mente.

Por último, en febrero de 1787, se llevó a cabo en Francia la Asamblea de los Notables, convocada por Charles Alexandre de Calonne. Y, en los años posteriores, 1788 y 1789, una logia masónica de París, "Amis Réunis", recibió a algunos de los máximos cargos de los illuminati ya disueltos, como Johann Christoph Bode y el barón de Busche.

Las obras de Barruel y Robison ganaron popularidad entre muchos partidarios de la derecha radical y otros sectores. A mencionar aquí por ejemplo a la historiadora inglesa y teórica de conspiraciones de los años veinte Nesta Webster, la sociedad estadounidense John Birch Society o el excandidato presidencial Pat Robertson y otros como Des Griffin y Jan Udo Holey.

Por otro lado, en el siglo XIX, el escritor Charles Louis Cadet de Gassicourt explicó la acción subterránea de las sociedades secretas en la revolución francesa y el padre Nicolas Deschamps denunció una conspiración masónica detrás de la Revolución francesa al igual que el historiador Alfred François Nettement.

Al comienzo del siglo XX, los libros del historiador francés Augustin Cochin, escritos desde un punto de vista sociológico, señalaron a la masonería como una de la principales fuerzas de instigación de la revolución al igual que el periodista Maurice Talmeyr varios años después.

Albert Pike, en su libro Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry, en el capítulo dedicado al grado 30°, retoma la tesis de que la francmasonería habría inspirado y organizado secretamente la Revolución francesa:
"A Lodge inaugurated under the auspices of Rousseau, the fanatic of Geneva, became the centre of the revolutionary movement in France, and a Prince of the blood-royal went thither to swear the destruction of the successors of Philippe le Bel on the tomb of Jacques de Molai. The registers of the Order of Templars attest that the Regent, the Duc d'Orleans, was Grand Master of that formidable Secret Society, and that his successors were the Duc de Maine, the Prince of Bourbon-Conde, and the Duc de Cosse-Brissac".